Horario: jueves de 10 a 16h, viernes y sábado de 10 a 22 h y domingo de 10 a 16h.
La XVII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU) inaugura su exposición en la Sala de Turbinas de La Térmica Cultural en Ponferrada, espacio impulsado y gestionado por la Fundación Ciudad de la Energía (CIUDEN), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Bajo el lema Flujos Comunes, la Bienal despliega en este emblemático espacio de reconversión energética —donde podrá visitarse hasta el 15 de marzo de 2026— una reflexión sobre los retos actuales de la arquitectura y el urbanismo.
Comisariada por Ander Bados y Miguel Ramón, esta edición se articula en torno a cinco ejes temáticos que representan los flujos esenciales que configuran nuestra sociedad actual: materiales, personas, energía, datos y medioambiente. Así, su propuesta curatorial, bajo el título Flujos Comunes, cuestiona las formas tradicionales de ejercer la arquitectura y examina cómo esta disciplina se adapta a los profundos cambios que atraviesan nuestra sociedad. En este sentido, la edición premia y da visibilidad a aquellas prácticas arquitectónicas que han sabido redefinir su papel en un contexto marcado por la constante interacción entre lo local y lo global en los últimos años.
“Este conjunto de obras refleja el extraordinario momento que vive la arquitectura contemporánea en España, tanto por la calidad de lo construido en el territorio nacional como por el trabajo desarrollado por profesionales españoles en el extranjero”, subrayan los comisarios. Flujos Comunes propone así una mirada crítica y reflexiva sobre el papel de la arquitectura ante los desafíos de la hiperconectividad, consolidada como eje temático del evento.
En esta línea, los comisarios han destacado también que “la diversidad de escalas, contextos y estrategias proyectuales ha exigido una lectura atenta y transversal, capaz de reconocer en cada obra no solo su valor arquitectónico, sino también su capacidad de representar los valores contemporáneos que articulan Flujos Comunes”.
Un paisaje en movimiento a través de la arquitectura
La Sala de Turbinas de La Térmica Cultural acoge la exposición de esta edición de la Bienal que busca trazar una cartografía del ámbito nacional, cambiante y en constante evolución, a través de las obras premiadas y una serie de investigaciones desarrolladas ad hoc para apoyar el relato curatorial. Así, esta innovadora aportación a la edición de la BEAU incorpora veinte nuevas propuestas desarrolladas por equipos de trabajo formados por profesionales de la arquitectura y la fotografía de reconocido prestigio, que se presentan junto a las veinte obras premiadas y los quince proyectos de divulgación.
El resultado es una muestra que trasciende la idea de secuencia de proyectos acabados para convertirse en un diálogo entre preguntas y respuestas. Estas investigaciones no solo complementan las obras premiadas, sino que amplían su marco de lectura, permitiendo al visitante comprender no solo la arquitectura seleccionada, sino también los desafíos, tensiones y realidades a los que la disciplina debe responder en la actualidad.
En su aspecto formal, la exposición toma como punto de partida conceptual la figura de la maleta. Este objeto cotidiano —símbolo de viaje, archivo portátil y arquitectura mínima— se reinterpreta para dar forma a una estructura ligera, metálica y desplegable que actúa como unidad base de la muestra. Cada maleta se abre verticalmente y despliega dos planos retroiluminados de policarbonato translúcido, sobre los cuales se serigrafían las imágenes, planos, diagramas y textos de cada pieza. Así, cada unidad funciona como un cartel luminoso y autónomo, al tiempo que puede integrarse en múltiples configuraciones espaciales.
Portátiles, escalables, versátiles y configurables, estas maletas reúnen los proyectos premiados y facilitan la itinerancia nacional e internacional de la Bienal, adaptándose por igual a espacios institucionales e informales, tanto en interiores como en exteriores. Más allá de su eficacia técnica, la maleta es también un posicionamiento curatorial: expresa una manera de entender la arquitectura desde la movilidad, la adaptabilidad y la contingencia, en sintonía con un mundo marcado por la transformación.
Por tanto, la exposición se concibe como una instalación colectiva, horizontal y no jerárquica, pensada para ser leída como un conjunto. El conjunto de maletas, idénticas entre sí, permite que el contenido cambiante se convierta en el verdadero protagonista. Esta repetición formal actúa como contraposición al mundo digital e hiperconectado en el que vivimos, donde los soportes tienden a carecer de identidad y es el contenido en este caso, la arquitectura, quien les otorga sentido y singularidad.
Frente al recorrido expositivo tradicional, lineal y guiado, la propuesta invita al visitante a construir su propio itinerario. No existe un único punto de partida ni una lectura predeterminada: es el público quien decide cómo aproximarse, qué conexiones establecer y qué relaciones activar. La muestra se convierte así en un campo de vínculos en el que los proyectos dejan de presentarse como piezas aisladas para formar parte de un sistema común, donde los flujos se hacen visibles y conectan aquello que, a primera vista, podría parecer disperso.


