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Jorge Lorenzo: “Los helechos arborescentes permiten recrear un pedazo de historia en cualquier jardín con unos pocos cuidados”

  • El experto en estas especies ha colaborado en la creación de la exposición permanente Fuego Verde

Jorge Lorenzo Salamanca (A Coruña, 1968) es un entusiasmado de la flora y de la fauna desde muy pequeño. Esta inquietud ha sido determinante en su carrera profesional ―es funcionario del Instituto Español de Oceanografía―, pero también le ha reportado grandes satisfacciones en su tiempo libre. Y es que él recuerda con exactitud el instante en que se enamoró de los helechos arborescentes que hoy imperan en el jardín de su casa en Bergondo. En 1996 asiste a una cena de trabajo en los exteriores del castillo de Soutomaior cuando unas enormes plantas exóticas con apariencia de palmera le impresionaron.

A partir de entonces, Lorenzo convirtió el interés por los helechos arbóreos en su gran afición. Compró sus primeros ejemplares a viveristas de Bélgica y Portugal, las plantó y las reprodujo hasta hacer de una vieja era el auténtico resort selvático que es en la actualidad. Un espacio original que congrega gran variedad de especies más enxebres de las antípodas que de Galicia. Jorge Lorenzo ofreció dos visitas guiadas por Fuego Verde en el marco del ciclo de educación ambiental Un museo en verde, en las que un afortunado grupo de asistentes pudo empaparse de sus conocimientos.

LA TÉRMICA CULTURAL. Tu afición por los helechos arborescentes irrumpió en tu vida por casualidad. ¿En qué momento se convirtió en una pasión?

JORGE LORENZO. Mi relación con los helechos fue como un auténtico flechazo desde que los vi. A partir de entonces comencé a pedir esporas a gente de todo el mundo y a informarme sobre la reproducción. La pasión vino con el tiempo, los libros y los experimentos hicieron que me metiera en el tema de lleno. Luego empezaron a llamarme de congresos de jardinería y empecé también a colaborar con el Centro de Formación y Experimentación Agroforestal de Guísamo. Lo cierto es que llevo años en los que mi corazón está divido [entre la oceanografía y la botánica].

 L. T. C. De tu colección particular, en porcentaje, ¿cuántos ejemplares has comprado, cuántos has reproducido y cuántos te han regalado?

J. L. Al principio compré varias de mis plantas madre para la obtención de esporas, pueden ser alrededor de un 20%. He reproducido la mayoría de los ejemplares de mi jardín, un 70%, y también me han regalado alguno que otro.

L. T. C. Tu vivero constituye una auténtica copia de seguridad de tu jardín. ¿Cultivas alguna otra especie? ¿Con qué otras conviven en tu jardín?

J. L. Cuando me envían las esporas desde países como Colombia, Puerto Rico o Australia, procuro colocarlas en las zonas lo más parecidas a su hábitat natural. Para ello, sí, acompaño a esos helechos de otras especies de su mismo país de origen. Me gustan las plantas diferentes, de hojas grandes e intento reproducir el entorno natural de cada helecho con todo tipo de recursos.

L. T. C. Ya conocemos algunas de las bondades de los helechos arborescentes: algunas especies crecen rápido, se adaptan bien al entorno y son un recurso totalmente original. ¿Qué más destacarías sobre el uso de esta especie en jardinería? ¿Qué tiene esta especie que otras no tengan?

J. L. Paisajística y arquitectónicamente los helechos son unas plantas impresionantes, porque aportan un toque de misterio y de frescura único en cualquier jardín. Además, como reducto del Terciario y del periodo Carbonífero, es posible disponer de un pedazo de historia en casa con unos pocos cuidados. Cada una tiene una característica: el tronco negro de la Cyathea Medullaris, el color crema de la Cyathe brownii o la robustez de la Dicksonia Antarctica.

L. T. C. Cuando se te propone colaborar en el diseño de Fuego Verde, ¿cuál era tu nivel de conocimientos sobre los helechos arbóreos? ¿Qué fue lo que más te llamó la atención sobre el proyecto?

J. L. La idea de Fuego Verde me encantó desde el primer momento y la conexión con el equipo fue muy buena. Yo ya llevaba unos 15 años trabajando y estudiando los helechos arbóreos, dando charlas y colaborando con diversas entidades. Me parece muy interesante recrear en El Bierzo el paisaje de hace 300 millones de años que dio lugar a los yacimientos de carbón. He aportado mis conocimientos sobre el mantenimiento y la reproducción de estas especies y me he implicado porque siempre creí que era un proyecto que tenía que salir adelante.

L. T. C. Ahora que Fuego Verde es una realidad, ¿te imaginabas este resultado?

J. L. Estoy muy contento con su emplazamiento en La Térmica Cultural y me gusta cómo se ha distribuido la colección. Da gusto ver un proyecto vivo como este y felicito a todos quienes se encargan de su mantenimiento porque luce espectacular. Para mí es un orgullo.

L. T. C. Tu jardín te habrá costado varios experimentos y multitud de horas de estudio. ¿La botánica es cultura?

J. L. Totalmente. Me han mandado esporas de Papúa Nueva Guinea, Fiyi o Nueva Caledonia, y he tenido que leer mucho para conocer la cultura, el clima y las condiciones en las que se encuentran los helechos en cada país, y así, poder elegir su ubicación en mi jardín.

L. T. C. ¿Qué le dirías a la gente para que se anime a visitar Fuego Verde? ¿Cuál dirías que es su principal atractivo?

Es un espacio maravilloso. No pierdan la oportunidad de ver un bosque que les dejará sorprendidos. Piensen que estos primitivos helechos son un fósil viviente y fueron los que hace muchos años originaron el carbón que se extrajo en la zona. Tienen un trozo de historia en Ponferrada y vale la pena dar un paseo por aquí, porque transmite sensaciones maravillosas y es una preciosidad.

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